Existe un solo día en este lugar donde sí reina el silencio… Ese día, Benjamín Lira trabaja solo, bajo un frondoso árbol y sumergido en su arte. El escucha el silencio…se escucha a si mismo y crea. En este momento de fascinación retratamos al pintor y escultor chileno, y somos testigos de cómo y dónde nacen su cabezas de gres.
Muy lento. Leo el diario, contesto mails y un desayuno frugal. Los fines de semana tomo un desayuno mas tranquilo con café, mientras pinto acuarela en mi depto.
Absolutamente, tengo la semana muy organizada. Los viernes es el día que voy al taller Huara Huara a trabajar en cerámica, los jueves voy al taller de grabado…
Lo que me motiva es el encuentro en la creación.
El silencio es parte de la labor creativa. Curiosamente ese silencio activo, que te tiene enchufado a la creación, tiene un profundo ruido de concentración, que es algo parecido a un estado de meditación.
En este momento prefiero el silencio, y que el ruido activo de la creación llene mi espacio interior.
Tomar café…
Desde niño estuve jugando con greda. Siempre me motivo el trabajar con las manos. La cerámica desde siempre me llamo la atención, como material plástico tan inmediato y de tantas posibilidades y lenguajes. La tremenda carga histórica que tiene en las civilizaciones y en la historia del arte, me despertó el interés de probarla.
De chico en los días interminables de invierno mi madre nos hacia una masa básica de harina y agua. Modelábamos monos, después modele en plasticina, y mi abuelo me regalo la primera greda para modelar. Ya en el colegio hacíamos títeres de papier mache. A los 18 años, esmalté y quemé mi primer plato modelado en greda.
Puedo dominar los pigmentos, y el color en la pintura que me brota de forma natural. Llego a la cerámica después de años en la pintura. El color en la quema, no lo puedo controlar como me gustaría; el fuego sella y revela el color en la cerámica. Uso colores restringidos de esmaltes y engobes, que después de ser expuestos a las altas temperaturas del horno, afuera del crisol, la obra renace la mayoría de las veces monocromas. Me interesa que el uso del color, vitalice la forma y el contenido de la obra.
Esa pintura tiene que ver con holocausto nuclear….
En un horno a leña que ya marcaba 1.300 grados, en el taller de Curaumilla, al abrir la puerta para introducir palos al final de la quema, vi como una de mis esculturas, vibraba transparente como el hielo e irradiaba casi liquida, la alta temperatura alcanzada por el abrasante fuego.
La cerámica tiene vida propia, y tal vez eso, viniendo del mundo de la pintura, es lo mas difícil de aceptar.
Una obra de gran formato en arcilla, es un desafío de construcción, y me acomodan los desafíos y me acomoda la construcción de obras mas bien de tamaño respetable. Me gusta trabajar con todo el cuerpo, no solo con las manos. Mis esculturas también tienen que ver con la fuerza expresiva; y el tamaño entonces importa.
Tengo una buena colección de objetos utilitarios de diferentes ceramistas que uso diariamente. Admiro el arte del torno, pero nunca me he sentado en uno.
He trabajado con porcelana, hace algunos años en el Anderson Ranch; hice cuatro esculturas, y hace un mes termine una cabeza grande trabajada con porcelana de Limoge. Pero la porcelana no es mi material.
Trabajar, trabajar y trabajar e ir mirando y oyendo la brújula interior.
La cerámica se trabaja en y con la comunidad donde quema el horno. Los ceramistas miramos otros trabajos para comprender como funciona la pasta, los engobes y esmaltes y estar muy atento a la metamorfosis de la alquimia del barro.
En este momento estoy trabajando sin fechas ni presiones; es fundamental, darse tiempos de experimento y desarrollo.
La energética y vital vida cultural… Visitar constantemente los museos, y los sábados las galerías del Soho. Lo mejor era no tener auto, movilizarse en el subway y transporte publico, y caminar mucho.
Tener una vida creativa, y estar enchufado con el mundo del arte.
Texto y fotos: Lila Vera en el taller HuaraHuara. Fotos de esculturas en estudio: Fernando Maldonado.